¿Qué hubiera pasado si...?
No dejo de pensar en aquella mañana, pasaban de las diez, tocaste a mi puerta, yo me levanté algo malhumorado, todavía dormido te recibí, en seguida notaste que me habías despertado “disculpa”, dijiste, “¿te desperté?, si quieres vuelvo luego”. Yo, que no pensaba en otra cosa que en volver a la cama, te respondí “OK entonces nos vemos luego” y regresé a mi cuarto. En ese momento no supe que nuestro breve primer encuentro a solas en mi casa sería el último que tendríamos en mucho tiempo.
El lunes a primera hora me notificaron que sería trasladado a la capital para trabajar en un nuevo departamento de la compañía. A veces me pregunto ¿qué hubiese pasado si te hubiese invitado a entrar?, ¿cómo sería mi vida ahora?, ¿todavía estaría trabajando en esta compañía?, quién sabe. No soy infeliz es sólo que me falta algo, todos los días me levanto a las cinco y treinta minutos de la mañana, reviso el correo, preparo el café, me baño y visto, llego a la oficina antes de las siete, trabajo hasta mediodía, salgo a almorzar, vuelvo al trabajo a las dos de la tarde, salgo a las ocho de la noche, llego a mi casa a las nueve, leo varias páginas de algún libro y me voy a la cama. Gracias a mi trabajo finalmente pude comprar un ordenador decente, la filmografía de Al Pacino y los clásicos de Martin Scorsese; al fin vi 2001: Una odisea espacial luego de que Jorge me lo dijera tantas veces, pero me pregunto si esto es todo, la vida ha resultado tediosamente distinta a como había imaginado.
Luego de tres años te vi, estabas en el centro comercial, pensé en saludarte pero me arrepentí, tenías un niño en tu regazo, el hombre que te acompañaba te decía algo, tú lo mirabas con extrema atención y te veías tan feliz, como nunca te había visto. Yo sólo te había hecho llorar, te hice llorar en nuestra única noche juntos contándote de mis desdichas y mis dramas, de mis miedos y mis problemas, esa noche me dijiste que tú ibas a curarme y me abrazaste fuerte. Todavía recuerdo tu aroma y como tu cabello me picaba en la cara pero no te dije nada porque no quería que te movieras, me sentía tan seguro en tus brazos, tan libre, tan protegido, mientras te contaba de mi vida y llorábamos mis penas, llorábamos, ¿viste?, nunca te lo dije pero yo también lloré esa noche. Hablando contigo tuve más intimidad que con todas las que he estado, hablamos hasta el amanecer y la mañana nos sorprendió acurrucados en nuestros brazos.
Al llegar a casa les pregunté a mis padres por ti, me dijeron que te habías casado con un exitoso ingeniero y que tenían dos niños adorables, después de eso no supe de ti por dos años más. La última vez que te vi fue en la reunión de año nuevo en casa de tu tío, no me reconociste, pero creíste hacerlo, yo sólo te dije: “Feliz Año”, y continué saludando. Tal vez te llame algún día y te cuente de todo esto, o tal vez no, probablemente no.