Pensando de noche
Ella se ha ido... no volverá, lo sé.
Algunas veces la recuerdo,
mientras las horas de la tarde
se arrastran lentamente una tras otra
en el infinito letargo de la eternidad.
Imagino que vuelves un día lluvioso,
tocas a mi puerta durante la noche
y bajo el aguacero torrencial te encuentro,
sonríes con la picardía del niño que comete una travesura,
no dices nada, no tienes qué...
Te tomo en mis brazos, estás empapada,
te invito al calor de la sala
donde nos acurrucamos con una taza de café en el viejo sofá.
Otros días corres por el jardín,
corres sonriente mientras el viento se deleita en tus cabellos
y el sol parece complacerse brindándote su mejor iluminación.
Hace calor pero no te molesta,
nada te detiene en tu carrera hacia mí.
Pero de que hablo si vivo en un doceavo piso
y las áreas verdes fueron reducidas
para ampliar el estacionamiento.
Supongo que por el momento te seguiré viendo,
te seguiré imaginando, te seguiré soñando...
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