Habia una vez...
El tenía grandes manos y un buen corazón. Sus manos poseían una fuerza que ni el mismo era capaz controlar. Un día encontró el diamante más hermoso que había visto en su vida y lo quiso para él... todos queremos algo hermoso. Pensó en pedir ayuda pero sintió miedo de que le quitaran la cosa más linda que había visto; su gran anhelo era tomar el diamante así que lo escondió como pudo y mientras pasaban los días el pensaba en controlar su fuerza para poder tenerlo al fin en sus manos.
Practicó y practicó, ejercitando sus manos para tener control sobre su fuerza y cuando se sintió seguro de que no lo rompería fue a buscar el diamante, lo tomó en sus manos con la mayor delicadeza posible, lo observó con expresión de asombro y quedo inmediatamente deslumbrado por su belleza, no podía creer que algo tan asombroso existiera en este mundo, sus ojos desorbitados se deleitaban con la exquisita piedra. Ahora el tenía algo hermoso... decidió guardarlo para contemplar en la intimidad de su hogar aquel tesoro que había conseguido.
Necesitaba cerrar su mano y estaba conciente de su fuerza por lo que tuvo extremo cuidado al hacerlo, cerrando el puño muy despacio, lamentablemente su fuerza se impuso, a pesar de sus cuidados rompió el diamante en mil pedacitos, lo volvió trizas, como si se tratase de una membrana plasmática. Inmediatamente la tristeza inundó su corazón, sintió un terrible sentimiento de culpa en lo más hondo de su ser, la agobiante soledad le embargó…ya no tenia algo hermoso, lo había destrozado con sus propias manos y nunca más volvería a tener un diamante de tan deslumbrante belleza para si....
No hay comentarios.:
Publicar un comentario